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Opiniones acerca de la vida, la politica, asuntos sociales de actualidad y ciencia, conocimiento y filosofia

Sobre feminismo y hombres

Un debate que suelo tener con mis amigas feministas es que no entienden porque hay hombres que no se consideran feministas. Argumentan, con sentido, que el feminismo busca la igualdad de mujeres y hombres y que por lo tanto no es posible que una persona inteligente y con un mínimo de sensibilidad no esté de acuerdo en esta máxima.

Como es importante saber a qué nos referimos cuando hablamos de feminismo, traigo aquí la definición de la RAE: “Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”. Estoy totalmente de acuerdo en que bajo esta definición, debo considerarme feminista. Creo sinceramente que hombres y mujeres deben tener los mismos derechos y oportunidades, como creo también que negros y blancos, ateos y creyentes, etc, deben tener los mismos derechos y oportunidades. Como dice el Artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. Esto es lo que dice la Declaración de los Derechos humanos, pero también es lo que a mí me dicta la razón.

Estoy convencido que la mayoría de los hombres y la mayoría de las mujeres piensan también así. Entonces, si el problema no está en la definición ¿Dónde está el problema? ¿Quizás en lo que defiende el feminismo a partir de esta definición? El feminismo defiende que las mujeres sufren mayoritariamente la violencia de género (los datos varían pero alrededor del 90%), sufren discriminación laboral (23% de diferencia salarial), están peor representadas en las grandes empresas (20% de representación en los consejos de administración del IBEX), en la política y en la sociedad en general, y en otros muchos aspectos relevantes. Los datos son incontestables. Abrumadores. Y esto sucede en una sociedad avanzada, ya que en países menos desarrollados las diferencias son superiores y hay que añadir derechos que aquí ya se han ido conquistando que en otros países aún son ciencia ficción.

El feminismo es un movimiento que lucha para reducir esas diferencias. Es necesario hacerlo, porque como digo esas diferencias no debieran existir. Nadie debe sufrir violencia de género, nadie debe sufrir discriminación laboral y es necesario acortar las diferencias en otros ámbitos para lograr una sociedad más igualitaria. Incluso si alguien opinara que hay problemas que nunca se podrán eliminar del todo, eso no quita para que debamos esforzarnos en ir caminando en la dirección correcta.

Yo no quiero tener privilegios por el hecho de ser hombre. No quiero tener mayor facilidad para encontrar trabajo, no me parece justo que yo pueda caminar por la calle de noche tranquilamente mientras ellas no pueden. No quiero esos privilegios. No los necesito. No los he pedido. Me incomodan. Quiero que se pongan en marcha medidas para eliminar esos privilegios.

Pero me planteo una pregunta. Imaginemos que tenemos éxito. Reducimos la violencia de género, las mujeres están representadas en la sociedad en igual o parecida proporción a los hombres, tienen una situación laboral similar, etc. ¿Seremos entonces una sociedad igualitaria y el feminismo habrá alcanzado sus objetivos?. Atendiendo a la definición de feminismo no.

Porque, y he aquí la clave, los hombres también tenemos algunos problemas en la sociedad que hemos heredado y/o construido. Quizás no sean tan graves, pero existen. Los hombres tienen de media 4 años menos de esperanza de vida. Los hombres sufren casi el 80% de los suicidios. Los hombres representan el 80% de las personas que viven en la calle, tienen 4 veces más posibilidades de ser adictos a las drogas. Son solo algunos datos pero desde luego nadie podría considerarlos menores.

Estos datos no deben ser jamás utilizados para minimizar la falta de derechos ni los problemas de las mujeres, como hacen algunos, y mucho menos para eliminar las medidas a poner en marcha para reducir las desigualdades. Eso sería tremendamente injusto. Pero negarlos tampoco es justo. Porque siguiendo la definición del feminismo que busca que todas las personas tengamos los mismo derechos, lo que debemos perseguir es una sociedad justa que evite las muertes por violencia de género, evite la discriminación laboral, logre que los dos géneros estén igualmente representados en los consejos de administración, se reduzcan y/o equiparen a la baja las muertes por suicidio, logre que los dos géneros tengan una esperanza de vida similar etc…

Se argumenta que la situación de ambos géneros no es comparable. Yo no quiero hacer comparaciones. Me niego. ¿Cuánto vale la muerte de una mujer víctima de la violencia de género? ¿Cuánto vale la seguridad de salir a la calle sin pensar que vas a ser violada? ¿Cuánto vale un año más de esperanza de vida? ¿Cuánto vale tener un hogar donde dormir?

Deben acelerarse las necesarias medidas para lograr que las mujeres se equiparen en todo aquello donde son claramente las perjudicadas. Pero digo también que no es menos justo implementar medidas para corregir estos otros desequilibrios. Porque no tenemos que elegir lo uno u lo otro. Sería como decir que no hay que corregir los problemas de las mujeres por el hecho de que otros grupos sufran discriminación.

Volvamos al feminismo y su definición. Mis amigas feministas dicen que debo ser feminista porque el feminismo busca la igualdad entre hombres y mujeres. Entonces cualquier mujer que se considere a si misma feminista debería estar de acuerdo en que solo caminaremos hacia la igualdad si hombre y mujeres nos comprometemos juntos a abordar los problemas sociales, culturales y políticos que permitan resolver las discriminaciones allí donde se presenten, las que afectan a las mujeres por supuesto, por ser más graves y lacerantes, pero las que afectan a los hombres también. Ese día me consideraré feminista. Y consideraré a mis amigas feministas reales. Hasta ese día no lo haré, lo que no significa que rebaje un ápice mi compromiso por reducir los privilegios y caminar hacia una sociedad más justa. Seamos todos feministas: pongámonos a trabajar juntos.

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